En el punto de boqueo de la Madre India, en Santa Cruz, Bolivia, durante este paro en el sexto día, estábamos como todos los días con mi familia. Un rato de esos pasó una ambulancia bastante rápido entre la gente y habían dos peladingas cerquita, yo me asusté y les grité: chicas vengan a jugar en la rotonda porque hay muchas bicis y esa ambulancia pasa como loca, las pueden lastimar sin querer.
Las chicas estaban comiendo panchito. Les pregunté: con quiénes estaban, y me dijeron con nuestras mamás, están allá, apuntaron. Una dijo, mi mamá es la que vende raspadillo y la otra añadió la mía es la que vende panchitos.
Estamos aquí porque venimos a acompañar a nuestras mamás. Yo les respondí: Eso está muy bien hay que ayudar a las mamás porque trabajan para darnos lo mejor. Ellas asintieron mientras devoraban sus panchitos. Aproveché para enviarle una mirada de reflexión a mi belatacú, no Benja? Quién sin duda asintió.
Les pregunté cuántos años tenían, y empezaron a contarme que no van al colegio porque tienen 5 años, una me dijo yo voy a ir al campo al colegio cuando me toque. Y al kinder, pregunté? Una dijo: Sí fui unas veces. Les dije contemos hasta diez para ver si ya estaban aprendiendo algo y no lograron contar correctamente. En mi mente estaba probando si las estaban preparando o no, siendo totalmente injusta obviamente pensando desde mi postura que lo correcto es que estén en el kinder y qué a su edad mínimamente cuenten hasta diez.
De repente, me vino una fugaz luz de perspectiva y del por qué estábamos ahí sentados conversando. Ellas tienen otra cosa que es fundamental en la vida, tienen calle, algo que muchos de los bolivianos no tenemos y por eso dejamos pasar muchas cosas y llegar a este momento. Ellas, en la vida no se dejarán embaucar fácilmente, y contarán el próximo año hasta diez sin equivocarse con certeza.
Continué con la conversación mientras de lejos mi hermano y mi marido me miraban. Ustedes qué van a hacer cuando sean grandes? Yo voy a vender refresco, dijo una…yo no las deje continuar y les dije: Pero vos podés ir a la universidad y estudiar algo que te guste, no sé podés usar computadoras, ser arquitecta… fotógrafa… mientras me escuchaban la otra me dijo yo voy a ser profesora, eso es muy importante le respondí. Recordé un mensaje que compartí recientemente en las redes… “Cada persona ve la realidad en función a su experiencia”, en este caso el futuro.
Luego me contaron, sin que yo les preguntara, que a veces viene “la batida”, cuando viene la batida tenemos que irnos por que nos quitan todas las cosas, si vienen yo les tengo que decir esas ollas son mías, me explicó Claribel. Yo les dije para calmarlas que eso no pasaría ahí, que no deberían hacer eso y que no sucedería, que nosotros no dejaríamos que pase. Esas niñas de 5 años viven con la postura de alerta permanente por sí viene “la batida”, me parece injusto.
Les pregunté si querían tomar algo, me dijeron que no. Benja les invitó un pedacito de chocolate, se quedaron con ganas de más, sólo quedaba uno que partimos entre las dos.
Estábamos aplaudiendo porque sonaba la música, y me dijeron nosotros cuando seamos grandes vamos a ir a bailar pero con nuestras polleras, a lo que respondí: qué lindo, a mí me gustan las polleras. De cuáles polleras les pregunté, largas o cortitas, yo cortita, yo larga dijo la otra, a veces me pongo la de mi mamá. Y vamos a tomar cerveza… Ohhh momento! Mi cara de infarto fue muy evidente, les dije: no, no, no, la cerveza es fea… volví a darme cuenta que yo estaba pensando en función a mí experiencia.
Las mujeres no toman? a veces toman, dijeron seguras de lo que decían. Un día a mi papá lo metieron preso por tomar una vez me dijo, eso me hizo tener recuerdos olvidados. Yo les dije que no era necesario tomar cerveza y emborracharse para bailar y divertirse, que cuando sean grandes pueden tomar un poquito pero no tanto. Me miraron con cara de incredulidad.
Como ya estaban aburriéndose de mi charla les dije vayan con Benja a jugar ahí en la estatua yo voy a estar aquí sentadita si me necesitan, y se fueron felices.
Me fui a una cuadra a la farmacia y compré dos batones porque me dio pena que quedaron con deseo de más chocolate… al volver no las vi en la rotonda y busqué con la mirada donde estaban sus mamás, y estaban sentadas en el piso junto a los carros ninguna de las mamás estaban ahí ese momento, seguro estaban sentadas cerca cansadas de estar de pie todo el dia, no las vi. Me acerqué y Claribel me reprendió: dónde te fuiste te buscamos… y si hice mal en no avisarles que iba a la venta. Les dije es que fui a comprarles sus chocolates puej. Ahh yaaa… respondieron felices.
Bueno chicas nos vamos, cuidense, nos vemos mañana.
Todo esto que les cuento, se los comparto porque me movió adentro. Me dio ganas de continuar con más fuerza, porque si yo quiero que Clarible y Mariana (me dijo que ese nombre usaria hoy, que le gustaba cambiarse de nombres) tengan las mismas oportunidades que Benjamin, que tengan calle sí, pero también sueños muy grandes, que no estén basados sólo en la experiencia de su realidad actual, que su futuro sea mejor que el de sus padres que el mío, todos queremos eso para nuestros hijos y por eso estamos luchando. Yo quiero que Benjamin sea mejor que nosotros y también quiero eso para ellas.
No esta bien que quieran dividirnos, todos somos pueblo, y todos merecemos las mismas oportunidades, y está claro que en 14 años no les han dado a estas dos mamás mejores oportunidades que siguen viviendo al día, en la informalidad, con oportunidades limitadas, estas familias merecen mucho más.
Resisto por Benjamin, mis sobrinas, sobrinos, por Claribel y Mariana. Nadie se rinde, nadie se cansa.
Vamos por el séptimo día de paro!